La cadera es una articulación muy importante del aparato locomotor, ya que permite el correcto desplazamiento y movimiento de los miembros inferiores de nuestro cuerpo con respecto al tronco. Es por ello, que conocer lo que supone la displasia de cadera es fundamental para poderla identificar y tratar de remediar sus consecuencias negativas.
Qué es la displasia de cadera
La cadera está formada por la cabeza del fémur y ésta encaja de manera perfecta en un hueco de la pelvis denominado cólito, el cual tiene una forma cóncava, precisamente para que se produzca el adecuado acoplamiento de la cabeza del fémur. La displasia de cadera (también conocida con el nombre de luxación de cadera), es la afección en la que la parte superior del fémur no encaja adecuadamente en la cavidad de la cadera, es decir, el cólito es pequeño o poco profundo, por lo que no sujeta de forma adecuada la cabeza del fémur y ésta puede salirse de su sitio. Ello provoca que la cadera se disloque de forma total o parcial.
Esta dolencia se puede detectar desde el nacimiento, lo que facilita poner tratamiento a tiempo. Pero también se producen casos en adultos, siendo más frecuente en el sexo femenino.
Los síntomas más importantes de la displasia de cadera
Hay que tener en cuenta que la sintomatología puede variar según el grupo de edad al que se refiera. De este modo, en el caso de los bebés, la displasia de cadera se puede detectar porque se puede observar que una pierna es más larga que la otra, e incluso, mientras se realiza el cambio de pañales se puede notar que un lado de la cadera es más flexible que el otro. También en el caso de los niños que están en crecimiento, puede ocurrir que desarrollen cierta cojera.
En el supuesto de adolescentes y adultos jóvenes, la displasia de cadera puede venir acompañada de otras complicaciones de carácter doloroso, como la osteoartritis o desgarro del labrum de la cadera. También, puede aparecer cierta inestabilidad en la articulación.
¿Qué causas la provocan?
Generalmente, se produce durante el desarrollo del último mes del embarazo, en el que el espacio del útero es cada vez más pequeño, lo que provoca que el feto adopte una postura más curvada, haciendo que la parte convexa de la articulación de la cadera se salga de su posición, de forma que la parte cóncava no sea tan profunda.
En este sentido, existen diferentes factores de riesgo que pueden influir en la reducción del espacio del útero como son:
– primer embarazo.
– posición de nalgas durante el embarazo.
– gran peso al nacer
– antecedentes familiares con esta afección
– ser de sexo femenino.
Diagnóstico de la displasia de cadera
En el caso de los bebés, los pediatras realizan controles que permiten detectarla, moviendo las piernas del bebé en distintas posiciones que le permiten detectar si la articulación de la cadera está en la posición correcta.
En el supuesto de los adultos, se realizan pruebas más específicas, como una evaluación de la marcha, la medición de la longitud de las extremidades, determinar la potencia muscular y los arcos de movilidad. También se pueden solicitar una evaluación por imagen a través de radiografías simples de la cadera o incluso, la resonancia magnética, ésta última especialmente indicada para descartar anormalidades estructurales.
Posibles tratamientos
El tratamiento va a depender en gran medida de la edad de la persona que la sufre y de la dimensión o gravedad de la displasia. Entre los tratamientos para la displasia de cadera podemos encontrar a modo de síntesis los siguientes:
– Arnés de Pavlik: se trata de un dispositivo de inmovilización, cuyo objetivo es mantener la parte de la bola de la articulación firme en la cavidad durante varios meses. Tras ese tiempo, la cavidad se amolda a la forma de la bola. Se utiliza para bebés menores a seis meses.
– Yeso en espiga: mediante este tratamiento, el médico mueve los huesos a la posición adecuada y los mantiene en ella durante varios meses a partir de un yeso que cubre todo el cuerpo. Se utiliza para los neonatos que pasen de los seis meses.
– Osteotomía periacetabular: se trata de una intervención en la que la cavidad se separa de la pelvis y luego se vuelve a colocar para que se adapte mejor a la cabeza.
– Cirugía de reemplazo de cadera: se plantea en el caso de que la displasia haya dañado de forma grave las caderas, dando lugar a una artritis debilitante.
En cualquier caso, la situación ideal es realizar un diagnóstico precoz de esta afección antes de que se desarrollen problemas de mayor gravedad y causen mayor dolor en la cadera. En Incaro Traumatólogos disponemos de profesionales especialistas en displasia de cadera, realizando un diagnóstico claro y posibilitando un tratamiento adecuado a las necesidades del paciente.