Qué es la triada y cómo tratarla

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Muchos son los deportistas que han sufrida la lesión más temida, la célebre triada. Es habitual oír que no hay nada peor para los que practican deporte. Es tan grave que en realidad son tres lesiones en una: se rompen a la vez el ligamento cruzado anterior, el ligamento lateral interno y el menisco interno. ¿Cómo se produce? ¿Cómo se interviene con éxito una lesión así? ¿Cómo debemos recuperarnos? Te lo vamos a contar en este artículo de la mano de especialistas.

En deportes como el fútbol, el dolor en la rodilla suman el 58% de las lesiones de futbolistas. Es especialmente vulnerable porque constituye el eje de la articulación y soporta las principales presiones desde el tobillo y el pie, así como desde el tronco hacia el suelo. Hay tres factores principales que aumentan el riesgo de sufrir una lesión de rodilla:

  • La edad.
  • Haber sufrido una lesión previa.
  • El estado de los ligamentos.

La triada de O’Donoghue, como es conocida en los países anglosajones, es una de las peores lesiones. Fue descrita por primera vez en 1950 por el traumatólogo norteamericano Donald Horatio O’Donoghue. Esta eminencia de la medicina deportiva, la describió como una triple lesión, aunque debería describirse de forma más precisa como un desgarro de los ligamentos cruzado anterior y colateral medial y del menisco.

¿Cómo se produce la triada?

Si asociamos la triada al fútbol es porque las características de este deporte lo hacen especialmente proclive a que se produzca, aunque también es habitual en otros como balonmano o esquí. Los contactos, las arrancadas y las frenadas bruscas son actos de riesgo. Estos deportes solicitan mucho los ligamentos y las estructuras ligamento-meniscales de la rodilla.

Hay también unos factores anatómicos, pacientes más propensos a sufrir esta lesión. No es nada raro que quien ha tenido una rotura de ligamentos tenga con los años otra en la otra rodilla. Sin embargo, esta propensión personal casi siempre se combina con el factor de riesgo que supone practicar un deporte como los mencionados.

La triada suele producirse como consecuencia de un impacto lateral sobre la rodilla de la pierna en apoyo o después de una desaceleración brusca. Ocurre entonces una intensa rotación de la tibia sobre el fémur. Dicen quienes la han sufrido que se oye un chasquido, y ahí saben que algo se ha roto.

Aparte de que la lesión del menisco produce dolor, su gravedad radica en que al tener lesionados los ligamentos se produce una inestabilidad anteroposterior y medio lateral. Esto provoca que en fase aguda se produzca una impotencia funcional completa de la rodilla y que, si se deja evolucionar, provoque una incapacidad de caminar en terrenos irregulares, hacer giros o frenar bruscamente.

Tratamiento de la triada

La triada no afecta a ningún músculo: sólo se rompen tejidos ligamentosos y cartilaginosos de la rodilla. La intervención dependerá de una variedad de factores, como la edad o el grado de lesión, sobre todo en el menisco lateral interno, porque esta suele cicatrizar. El ligamento cruzado anterior y el menisco sí suelen necesitar cirugía. En el caso del menisco, si la rotura es suturable es preferible suturarlo; y en el caso del ligamento cruzado anterior, si la rotura es completa hay que hacer es una reconstrucción.

Lo habitual es utilizar tejido del propio paciente, normalmente del tendón rotuliano o de isquiotibiales, lo que minimiza los riesgos de rechazo o infección. Sólo en casos excepcionales se utilizan injertos de bancos de tejidos, normalmente en reintervenciones.

La recuperación de la triada

Una vez realizada la cirugía con éxito, toca trabajar y armarse de paciencia. La recuperación de la lesión pasa por varias fases:

  • En fase aguda, reposo y antiinflamatorios.
  • Una vez diagnosticada clínicamente la lesión y realizadas las pruebas de imagen, se produce la intervención.
  • Una vez intervenido, llega el momento de la fisioterapia. Esta fase suele desarrollarse a partir del primer mes de cirugía y dura hasta tres meses.
  • Por último, hay un periodo de fortalecimiento y recuperación de la musculatura.

Lo habitual es que la recuperación muscular se produzca a partir de los seis o siete meses. El deportista podrá reincorporarse entonces a su actividad deportiva, con precaución, siempre que tenga una musculatura potente que le proteja de lesiones en esa rodilla.

Es frecuente que el deportista que se ha recuperado de una lesión de estas características cuide mucho la rodilla intervenida, y que a la otra sea a la que más solicitaciones le hace y más obliga. Las ganas de practicar deporte pueden aquí sobre el desarrollo de una musculatura adecuada. Se suma que no tiene buena musculatura, una anatomía con predisposición y un acontecimiento traumático (giro, caída, golpe), y entonces se puede producir una lesión en la otra rodilla.

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